Cuando se habla de la escuela cartográfica se debe mencionar que fue un movimiento sociológico que buscaba conocer mejor la criminalidad, desde un punto de vista exógeno, donde se tomó los ilícitos como un hecho social o de masas, pero no de manera individual. De los primeros aportes de este movimiento se puede destacar la aplicación de métodos cuantitativos estadísticos para entender de una mejor manera la criminalidad.
Una
vez se aborda el crimen como una expresión de masas, se estudió y explicó la fenomenología
delictiva. Gracias a esta investigación se puede comprender que el crimen tiene
una normalidad o constancia que lo caracteriza y lo hace regular e incluso
predecible. Con este descubrimiento se vuelve necesario establecer la
frecuencia, la distribución, evolución y tendencia del delito con apoyo en la cartografía
para generar mapas.
A
esta escuela sociológica se le conoció como la escuela moral, estadística o cartográfica,
liderada por dos personas contemporáneas, hablamos del belga Adolphe Jacques
Quetelet (1796-1874), quien fue un matemático y astrónomo que poseía una gran
habilidad para los números y entre sus aportes se puede destacar, establecer el
índice de masa corporal para determinar la obesidad que se utiliza actualmente.
La segunda persona que lideraba este movimiento fue el francés André Michel Guerry
(1802-1866). Zúñiga 2021 menciona que:
Se dice que es una estadística moral por cuanto busca
explicar de un modo totalmente distinto el problema de la delincuencia y del
desorden social, a fin de que se tomen las medidas necesarias para restaurar la
moral de la sociedad. No obstante, al empezar a cruzar datos, se advirtieron algunas
correlaciones socio demográficas delictivas que se empezaron a repetir hasta
convertirse en un patrón aceptado, tales como el sexo predominante de los
delincuentes (masculino); la edad y el tipo de delito (entre más joven, más
violento, y entre más adulto, más astuto y menos violento): los delitos están asociados
a una temporalidad y son cíclicos (Zúñiga, 2021, p.43).
Aquí
se puede entender como se investigaban los datos en esta escuela, donde se
hacen distinciones de edad, tipo de delito cometido, y se comprende que los
delitos están asociados a un periodo de tiempo y se repiten cíclicamente. Al combinar
los mapas con estos datos se observaron de manera rápida las similitudes y
diferencias, por ejemplo, Quetelet escribió su obra Ley térmica de la delincuencia
(1833), donde se interactúa con el clima y el territorio para determinar la
prevalencia delictiva y su agresividad. Hallazgos del matemático belga indican
que en el norte se ubican delitos con fuerza sobre las cosas, y especialmente los
delitos contra la propiedad se comenten durante el invierno porque surge una
necesidad de sobrellevar el frío.
De
estos datos también se puede decir que, los delitos de violencia contra las
personas, más que nada los que involucran una violencia extrema y con crueldad,
son cometidos en verano, esto porque es cuando las personas están más al
exterior. Si se habla de los delitos de índole sexual se establece que se ocurren
principalmente durante la primavera, esto en países que se ubican geográficamente
muy al norte o muy al sur y cuentan con las cuatro estaciones climáticas. Estos
datos actualmente, aunque con algunas excepciones, siguen vigentes a día de hoy.
Quetelet
también habla de una teoría a la que llama “el hombre medio” donde se puede
decir que es el inicio de su pasión por intentar explicar los comportamientos
criminales, para tener más clara esta idea Sandra Caponi menciona que:
La idea de hombre medio, elaborada por Quetelet,
guarda algunas semejanzas y algunas diferencias en relación con el conjunto de
patrones estadísticos que aún hoy estamos acostumbrados a utilizar,
fundamentalmente en el discurso médico. Ese hombre medio es el resultado de la articulación
de una serie de causas físicas, morales e intelectuales que se mantienen constantes
en determinados momentos históricos y en determinados lugares geográficos
(Quetelet, 1991), de modo tal que existen diferentes ‘hombres tipo’ o patrones
para diferentes sociedades. Sin embargo,
esta aparente variabilidad del tipo remitía para Quetelet a una única certeza:
la de la existencia de una completa regularidad y constancia en la repetición
de los más variados hechos sociales. Quetelet se propone explicar esa
regularidad que observa, no solo en las formas físicas como altura, peso,
tamaño del tórax (se ocupó obstinadamente de la medición del tórax de los
soldados), sino también en comportamientos tales como el crimen, los
homicidios, el suicidio, la locura, entre otros (Caponi, 2013, p.833).
Aquí
se puede observar que para Quetelet el hombre medio es una serie de distintos
factores en los que se pueden encontrar las causas morales, físicas e intelectuales,
al ser un amante de los números él quería aplicar sus conocimientos matemáticos
en función de determinar las leyes que rigen con regularidad los hechos
sociales y biológicos, además quería hacerlo con la precisión que se hace en la
astronomía.
Referencias
Caponi,
S. (2013). Quetelet, el hombre medio y el saber médico. História, Ciências, Saúde-Manguinhos, 20(3), 830-847.
Zúñiga, R. (2021) Fundamentos de criminología. San José. EUNED.
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